Alcance e impacto del COVID-19 en la salud mental

El brote de la enfermedad por coronavirus, aparecida en diciembre de 2019 no sólo ha dejado consecuencias en la salud física de las personas, sino también en su salud mental, ya que ha supuesto la modificación de los patrones de comportamiento y relación entre las personas a lo largo del mundo. Las primeras medidas que se tomaron, para preservar la salud física de los individuos, implicaron la cancelación de reuniones masivas, cierre de escuelas y lugares de trabajo, restricciones para viajar o estancia prolongada dentro del hogar y aunque esas medidas obedecieron a políticas públicas que procuraban romper la cadena de contagio, conllevaron un gran desafío para la salud mental puesto que representaron la modificación de la rutina habitual, reducción de la vida social, aislamiento y la pérdida de la sensación de certidumbre y control que implicaba la vida tal como estaba estructurada.

Si bien el COVID-19 puede dejar secuelas a largo plazo en la salud física de los individuos, la mayoría de ellos se recuperan en semanas; no obstante, hay que considerar que las huellas en la salud mental pueden ser tan amplias y estables en el tiempo como las físicas. Por ejemplo, un estudio realizado en Canadá y Estados Unidos con más de 6.500 adultos a principios del 2020, cuando apenas empezaba la cuarentena, arrojó que el 20% presentaba síntomas depresivos y ansiosos, mientras que sólo el 2% había sido diagnosticado con la enfermedad (Taylor et al. 2020). En adición, por cada muerte por COVID-19 hay un promedio de cinco familiares en duelo por la pérdida de un ser querido (Verdery et al. 2020)

Es esperable que el funcionamiento psicológico durante un acontecimiento histórico como una pandemia se vea alterado por las nuevas demandas del ambiente. Mientras que unas personas se adaptan al estrés que supone convivir con la enfermedad y experimentan niveles moderados de ansiedad que derivan en conductas de autocuidado para evitar el contagio, otras se sienten profundamente angustiadas por el miedo a infectarse, morir o perder algún familiar al punto de desarrollar problemas emocionales. Precisamente, las investigaciones por SARS (Gardner & Moallef, 2015) muestran que la alteración del funcionamiento psicológico durante una pandemia puede ser grave, duradero y persistir aún tiempo después de que se haya controlado la transmisión de la enfermedad.

En éste momento, donde tal vez hemos superado los puntos más críticos de ésta pandemia, ¿se ha preguntado cuál es el estado actual de su salud mental o cuánto ha cambiado en relación con la persona que era usted antes del advenimiento de éste acontecimiento?

Referencias

Gardner, P. j. & Moallef, P. (2015). Psychological impact on SARS survivors: Critical review of the English language literature. Canadian Psychology 56, 123-135.

Taylor, S., Landry, CA., Paluszek, MM., Fergus, TA., McKay, D. & Asmundson, GJG. (2020). COVID stress syndrome: concept, structure, and correlates. Depress. Anxiety 37, 706–14.

Verdery, AM., Smith-Greenaway, E., Margolis, R. & Daw, J. (2020). Tracking the reach of COVID-19 kin loss with a bereavement multiplier applied to the United States. PNAS 117, 17695–701

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